La pretemporada

Época el verano, de amplias expectativas para todas las plantillas de fútbol, una etapa alentadora para futbolistas y entrenadores, se revitalizan como los aficionados, en un mes después del último campeonato las predisposiciones del ánimo cómo pueden variar con tanta intensidad positiva. Los futbolistas que acabaron jugando en la Liga anterior, sus expectativas básicas consisten en retener la confianza de su entrenador y, si su puesto no estaba asegurado, arden en deseos de iniciar la pretemporada con el ánimo de lucir sus nuevas habilidades con ostentación de pavo real...

Los entrenadores afinan las plantillas existentes, el exceso de jugadores crea tensiones con las futuras exclusiones; otras veces, los nervios llegan de las largas esperas por los nuevos fichajes prometidos. El anuncio público del entrenador de un nuevo lateral izquierdo, un central y un delantero provocan nuevas inquietudes ocultas en los jugadores que ocupan dichos puestos. Aquello es una algarabía de pensamientos y dudas por lo menos hasta que la pelota echa a rodar...

José Antonio Trujillo Ruiz escribía en su libro "La pretemporada", relatos que yo los habría firmado, incluso vivido, porque es encantador el proceso de la memoria: "... Y nos daban a conocer el plan de entrenamiento. El programa era un poco "sota, caballo y rey". Lunes y martes los dedicábamos a la parte física, con entrenamientos interminables y sufridos... El balón era el gran ausente. El miércoles trabajábamos algunos aspectos técnicos, ya con el esférico. Los jueves los reservábamos para el partidillo. Finalizábamos los viernes con algo de ejercicio físico, alternándolo con trabajo táctico... En esa primera jornada también se nos entregaba la ropa deportiva y las botas para el resto de la temporada. Era un momento mágico y trepidante... Aquellas botas no había quien las domara, y uno se hace a ellas, incluso donando sus pies a la ciencia para posterior estudio de la traumatología, o acababa derrotado... Nos vestíamos y sin estiramientos previos, o sea sin anestesia, comenzábamos a correr... Existía una regla básica, no se podía beber agua hasta que no se llegara a la dichosa fuente... La pretemporada con el tiempo he comprobado que es una filosofía de vida".

Antes de que los grandes equipos establecieran esas giras para recaudar se buscaban sitios de temperaturas "frías", con planificaciones exageradas de trabajo físico que el periodismo denomina "palizas" con la sonrisa en los labios, yo mismo llegué a entrenar siete días seguidos en sesiones dobles, o triples, y sin "catar" el balón... Hasta que las nuevas tendencias aconsejaron "el todo balón". Y los preparadores físicos "cabreados" perdieron protagonismo. tanto balón perjudicaba a las piernas, decían, provocaba lesiones como la "osteopatía dinámica de pubis"; o las roturas de "bíceps crural" (parte posterior del cuadriceps). El balón para unos era su aliado; y para otros un auténtico enemigo. Pero, sobre todo, al cuarto día de entrenamiento el aficionado, también la prensa especializada, quiere partidos del máximo nivel, con la alineación definitiva de la Liga, corriendo a toda pastilla los noventa minutos y ganando partidos por cuatro o cinco goles, por lo menos... Porque, de perder, ya se acumulan los malos humores y las frustraciones para todo el Campeonato liguero...