Por qué Christopher Nkunku infla un globo tras cada gol
Hay una celebración que, más que ninguna otra, cuenta una historia personal. Cada vez que Christopher Nkunku marca, ya sea en la Bundesliga, en la Premier League o ahora en la Serie A, el guion es siempre el mismo: saca un globo de la media, lo infla despacio y se lo enseña a la grada. Volvió a pasar en San Siro, tras el doblete con el AC Milan ante el Hellas Verona (sus dos primeros goles en la Serie A), pero detrás de ese gesto no hay nada folclórico ni algo preparado de antemano.
El globo es una dedicatoria privada, íntima, que Nkunku lleva años haciendo. Es su manera de saludar a su hijo, de recordarle que incluso en los momentos de máxima exposición pública —un gol, el rugido del estadio, una grada que estalla— su pensamiento está en casa. Una señal sencilla, casi infantil, que ha resistido cambios de camiseta, de liga y de país. Del RB Leipzig al Chelsea, hasta su llegada al conjunto rossonero, Nkunku nunca ha dejado de hacerlo.
El propio delantero ha explicado en más de una ocasión que esa celebración nació casi como un juego, cuando su hijo era demasiado pequeño para entender el fútbol pero se le iluminaba la cara ante un globo de colores. De ahí, una promesa silenciosa: cada gol se convertiría en un mensaje, un saludo a distancia. Y hoy, tantos años después, Nkunku sigue fiel a ese ritual.