Bonito pero sin alma: el Olímpico lo confirma, en el Como (¿aún?) no hay sitio para Baturina
Todo muy bonito, pero al final queda poco. Martin Baturina mima el balón, y cada toque explica por qué el Como pagó 18 millones de euros -más 7 en variables- para sacárselo al Dinamo de Zagreb en verano. Más, siguiendo con el mismo club, de lo que necesitó el Inter FC para Petar Sucic. A diferencia de su excompañero, eso sí, el croata de 2003 no termina de ganarse un sitio fijo en los planes de Cesc Fábregas: parece un malentendido.
Fábregas lo intentó. En un equipo muy fluido, en una noche marcada por las lesiones -que, por ejemplo, abrieron la puerta a Douvikas y, en cualquier caso, cambiaron el plan de Cesc-, el técnico español probó la convivencia con Nico Paz. Conviene decirlo: nadie brilló. Pero Martin pareció un pez fuera del agua, más allá de los toques preciosistas: un poco de extremo, un poco de nueve y de mediapunta, por todas partes y, al final, en ninguna.
¿Todavía? La pregunta es obligada: a día de hoy, Baturina es un talento indiscutible... pero de más. Con Nico Paz es un continuo pisarse los pies, y el argentino quizá tenga más talento, pero seguro que está más hecho y más integrado en las dinámicas del Como. El croata, más bien, es el heredero designado: un post-Nico que, aunque ningún aficionado lo desee, llegará. Y el Como se ha adelantado con inteligencia, incorporando a la plantilla a un jugador muy similar al que -Real Madrid o no- tarde o temprano perderá. Quizá demasiado similar.