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Resultadismo o utopía (I)

de Manuel Rodríguez

“En el fútbol, como seguramente en la vida, tiene prioridad lo útil sobre lo bello. Si la belleza se interpone en el camino de la satisfacción de nuestras necesidades básicas, aprendemos a convivir con la fealdad: ¡Qué remedio! Pero sería un enorme error. (Andrés de Francisco. Rebelión.org.)

Sin ninguna duda, “el reto del fútbol – uno de ellos, en realidad – es resolver esa tensión mediante un buen equilibrio entre lo bello y lo práctico. Y en ayuda de esa resolución, conviene constatar el siguiente hecho, un hecho que los malos entrenadores no acaban de ver, a saber, que el mal fútbol – el feo – gana menos partidos que el bueno. Y viceversa: los grandes equipos de fútbol, los que más goles metían y más partidos ganaban – desde el Santos de Pelé, el llamado ballet blanco, y la selección brasileña de 1970, hasta el Bayern de Beckenbauer o el Milán dirigido por Sacchi; desde el Madrid de Di Stéfano o el de la quinta del Buitre hasta el Dream Team de Guardiola; desde el ballet azul de Millonarios en los 50 o la Máquina del River en los 40, hasta la Argentina de Maradona o la Naranja Mecánica de Johan Cruyff, desde el Manchester del Trébol hasta la Juventus de Platini o el Benfica de Eusebio – todos ellos son los que mejor fútbol han hecho y más belleza han creado -”.

Y con las influencias de Dante Panzeri, aquel fenómeno futbolístico, periodista, que escribió “Dinámica de lo impensado”, reiteró una vez más: “Pero entendamos bien qué es la belleza en el fútbol. La belleza no es la figurita ni la filigrana ni el lucimiento vano. La belleza en el fútbol es un contraataque rápido que con tres toques precisos acaba en gol. Esa jugada es bella porque se ejecutó con velocidad y precisión, y resultó imparable. La belleza está en las botas de un jugador que, en equilibrio de potencia y coordinación, consigue fintarle limpiamente a uno, recortarle a otro, escapándose por velocidad de un tercero, para al final dar un pase de gol o atreverse él con el disparo. Bello es un cabezazo certero en el que el futbolista se eleva por encima de su contrincante, mide los tiempos, gira correctamente el cuello e impacta con decisión. Y bello es asimismo un disparo seco que entra por la escuadra, o un amago que nos quita al defensa de encima, un control bien orientado, una triangulación imposible para el contrario, una parada en la que el portero vuela y llega donde nadie lo esperaba. En cierto modo, la belleza es lo extraordinario en el fútbol. Por eso sorprende, al contrario y al espectador”.

Vayamos al grano. ¿Resultado favorable o juego maravillosamente bello? Por supuesto, sin exagerar, las dos cosas. Y es que jugando bien y bonito siempre vamos a ganar salvo que el contrario sea un dechado de virtudes. Nos clarifican en “w.442 perfil.com”: “Pero se confunden así las nociones de bien y de belleza, como si un buen juego tuviera que ver con rescatar cierta estética que todo juego posee. Y que es cierto: lo tiene. Pero como toda estética, se vuelve imposible de medir. Salvo que exista una disposición reglamentaria que cuantifique la belleza y sea posible contabilizar, por ejemplo, cuántos caños, rabonas, jueguitos realiza cada equipo. O pensar en algún sistema de jurados, como en los concursos de belleza, donde además de los goles se otorguen puntajes por el modo en que juega cada equipo. Claro que todo ello implicaría un debate sobre cuáles son las formas estéticas predominantes, ya que la belleza no es universal y todo recaería en el buen gusto de un potencial jurado. Pero el problema se volvería también económico: ¿rendiría como negocio una especie de Harlem Globetrotters del fútbol? O antropológico: ¿sublimaría igualmente así el fútbol nuestros instintos de violencia?”

Son apreciaciones que incomodan porque no sabes discernir claramente. A lo mejor podemos estar de acuerdo con Vujadin Boskov y evitar más complicaciones semánticas: “Fútbol es fútbol”… En 442.perfil.com. concretan: “El Reglamento podrá o no gustarnos, pero no habla de belleza. Sólo postula normas que legislan cómo es el juego y quién triunfa en la competencia”.


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